Los mercados internacionales, y especialmente el europeo, se están enfrentando un escenario de crisis de suministros energéticos sin parangón.

La guerra en Ucrania ha originado un panorama de incertidumbre socio-económica y de urgencias políticas a nivel geoestratégico que no experimentaba el mundo desde la época del telón de acero, suponiendo una gran problemática para la Unión Eurpea la tradicional dependencia energética del gas ruso.

Algo a lo que se suma la vorágine fluctuante de los precios derivados del mercado energético. Es, por desgracia, habitual ver cómo cientos de negocios se enfrentan a un posible cierre de sus empresas debido al estrés insoportable de estas facturas.

Frente a esta crisis económica que afecta a todos los sectores (primario, secundario y terciario), desde Bruselas se han establecido pautas de racionamiento energético y se han implementado mecanismos de compensación solidaria entre los miembros de la Unión Europea, como la «exención ibérica».